viernes, 25 de noviembre de 2011

"Paradójicamente se puede ganar una guerra sin más armas que la paz"


Entrevista a Guillermo Vallejos (joven autor de numerosos murales en homenaje a Claudio Pocho Lepratti y miembro de la agrupación Arte por libertad”.

 ¿Te acordás como empezaste a relacionarte con los murales?

  “Es larga la historia, vas a tener que resumir (suspiro). Me acuerdo porque fue la época más triste de mi vida. Fue en el año 2001, yo era re pendejo y la situación en el país como se sabe era una mierda. Estaba reunido con todos mis amigos en el búnker que habíamos adoptado en barrio Ludueña, la casa de Pocho, él no estaba, estaba en la escuelita de barrio Las Flores. Pocho era mi viejo, mi única familia, el que me sacó un día de la calle y me hizo persona. Ese día de golpe todos empezaron a murmurar, nadie quería prender la tele, sentía que los chicos me esquivaban. Uno de ellos no aguantó mas y me dijo:”nos mataron a Pocho”. Esas cuatro palabras casi me matan al toque, lloré a gritos como nunca en mi vida, esa fue mi primer reacción; después quería salir a cagar a tiros a todo el mundo, aunque en mi vida toqué un arma, es más les tengo pánico. En los días que siguieron me volví mudo, autista, ateo… se habían llevado mis ganas de creer en todo. Ya sin saber que hacer uno de los chicos me dijo, “loco, cortála, así no te servís ni le servís a él, vos eras su hijo así que si de verdad aprendiste de él, demostráselo, vamos a pintar toda la ciudad para que nadie se olvide de que él sigue vivo”.
  
¿Cuál fue tu reacción?

“Primero lo quise cagar a trompadas, a Pocho lo habían matado de la forma más cruel y cobarde y éste pretendía que salgamos a pintar como los hippies. Después, resignado le dije, decime qué hacemos, no tengo nada que perder ya”.

¿Qué te produjo pintar ese mural? ¿Recordas dónde fue?

“Fue en la plaza del barrio, no fue un mural, fueron hormigas, siempre lo relacionamos a él con el laburo de una hormiga. Las hormigas se desparraman por millones y no hay forma de frenarlas. Eso fue lo que quisimos hacer: desparramar todo lo que él os había enseñado por toda la ciudad. Primero llenamos las paredes, calles y veredas del barrio, hoy están por toda la ciudad”.

¿Te sirvió empezar con esta movida? ¿Qué es lo que te produce hacerlo?

“No sólo me sirvió, me mantiene vivo. Empezamos con un pincel, una lata de pintura negra y algunas hormiguitas y a medida que íbamos agarrando más fuerza lo empezamos a hacer cada vez más a lo grande. De golpe se fue sumando más y más gente, no sólo ampliamos el tamaño de los dibujos sino también los espacios y hoy no existe rincón de Rosario que no hayamos visitado. Además no nos quedamos sólo con Pocho. Intentamos hacer lo mismo que él: ayudar y laburar por los otros. Así conocimos a los chicos de Arte por Libertad y extendimos esta movida a otras causas, derechos del niño, de las mujeres, de las personas desaparecidas, los ex combatientes de Malvinas…buscamos ser la voz de los que no pueden gritar”.

Si tuvieras que explicarme uno de los murales de Pocho, lo que buscaron plasmar ahí ¿qué me dirías?

“Que buscamos reflejar que se necesitan más que balas para matar a un ser tan especial, que no hay lucha que se pierda si se hace pacífica, que sólo pedimos justicia y no debemos permitir el olvido, y que esos murales nos permiten desde hace casi una década mantenerlo más vivo que nunca”.

¿Te imaginás en un futuro dejando de pintar si sentís, por ejemplo, que cumpliste tu objetivo?

“JAMAS. Dejar de pintarlo a él sería darles la razón a quienes creen haberlo matado, y morir un poco yo también.  Dejar de pintar por el otro, por cada una de esas personitas por las que luchamos sería no haber incorporado el legado más maravilloso que él nos dejó: que siempre hay alguien a quien podemos ayudar a ser escuchado, y que se puede ganar una guerra paradójicamente sin más armas que la paz (lágrimas)”.
 

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