lunes, 28 de noviembre de 2011

CLAUDIO POCHO LEPRATTI





Claudio "Pocho" Lepratti  nació en Concepción del Uruguay (Argentina) el 27 de febrero de 1966 .  Fue un militante social rosarino asesinado en medio de la represión llevada a cabo por la Policía de la Provincia de Santa Fe.
Hijo mayor de Orlando Lepratti y Dalis Bel, quienes tuvieron cinco hijos más. Cursó la escuela primaria y secundaria en Concepción del Uruguay.
Entre 1983 y 1985 estudió Derecho en la Universidad Nacional del Litoral como alumno libre.
En 1986 ingresó como seminarista en el Instituto Salesiano de la localidad de Funes. En 1991 abandonó el seminario, fijando su domicilio primero en el barrio Empalme Graneros y un año después en el humilde barrio Ludueña, acercándose a colaborar en la tarea de contención social de los adolescentes del barrio, donde comenzó a participar activamente de las organizaciones de base, que durante más de veinte años promovió el padre Edgardo Montaldo. Al tiempo que militaba gremialmente en la Cocina Centralizada, donde fue delegado y participó de la histórica carpa como uno de los tantos despedidos por su actividad sindical.
Participó y promovió la formación en más de veinte grupos de niños y jóvenes de las barriadas populares de Rosario, la agrupación La Vagancia es el nombre que recibió el primer grupo que coordinó.
Participó en instancias de coordinación con otros grupos como la revista El Ángel de Lata, el movimiento Chicos del Pueblo, y con todas las comunidades eclesiales de base, como Poryajhú ("pobres" en guaraní), y el grupo Desde el Pie.
Además participaba activamente como delegado de base de la ATE (Asociación Trabajadores del Estado) de Rosario y como congresal de la CTA-Rosario.

Su muerte

A fines de 2001 Pocho Lepratti trabajaba como auxiliar de cocina en el comedor de la escuela número 756 'José M. Serrano' de Las Flores, un humilde barrio del sudoeste rosarino. El 19 de diciembre, en medio de la crisis que terminaría con la caída del presidente Fernando De la Rúa, varios policías que llegaron desde la ciudad de Arroyo Seco, a 30 km al sur de Rosario comenzaron a disparar en el fondo de la escuela. Lepratti subió al techo para defender a los menores que en su interior se encontraban comiendo. Se asomó gritando: “¡Hijos de puta, no tiren que hay pibes comiendo!”. El uniformado Esteban Velásquez hizo fuego con su escopeta Itaka, con balas de plomo acertándole una de ellas en la tráquea, lo que motivó su procesamiento y posterior condena a 14 años de prisión por el juez de Sentencia Nº3, Ernesto Genesio, con el cargo de homicidio agravado por el uso de arma. Además tanto Velásquez como la provincia de Santa Fe fueron condenados a resarcir económicamente a los familiares de la víctima por los daños y perjuicios causados.
La Dirección de Asuntos Internos de la policía provincial había reconocido en un informe que “el asesinato del militante social Lepratti ocurrió fuera de la zona de saqueos y en los fondos de una escuela”, y que “no se justifica haber efectuado los disparos reconocidos, aun en carácter intimidatorio”.
Los policías acusados argumentaron que habían abierto fuego porque habían sido atacados a balazos por vecinos apostados en el techo de la escuela. El vehículo policial tenía efectivamente marcas de balazos, pero todos realizados a nivel del suelo. El juez Julio García condenó a otros cinco policías (Marcelo Arrúa, Rubén Pérez, Daniel Braza, Roberto De la Torre y Carlos Alberto de Souza) por falsedad ideológica y encubrimiento agravado, ya que balearon y destruyeron el patrullero para simular un ataque y alegar que actuaron en su defensa.
Aparentemente una testigo recogió un cartucho naranja, que corresponde a la munición de plomo y lo entregó a los investigadores policiales, pero éstos le entregaron a la Justicia un cartucho verde, que corresponde a las municiones de goma.
Desde ese momento Lepratti se convirtió en símbolo de la resistencia de los sectores más vulnerables Rosario.
Desde ese momento Lepratti se convirtió en símbolo de la resistencia de los sectores más vulnerables Rosario.
Actualmente a través del arte, Pocho cuenta con numerosos homenajes, plasmados en murales y graffittis y un emotivo documental, musicalizado por "El Angel de la bicicleta", tema que León Gieco compuso en su honor.

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